martes, 19 de agosto de 2014

A silent architecture

Days ago, a couple approached me in a bar. As a talk with strangers in a moment of relaxation and de-stress, our activity was the first topic of conversation. Casually they also are architects so the conversation turned from trivial to work, full of the ego that characterizes the profession and even more the recent graduates who begin to see built their projects in the city. "The only different home that has been built in that area, is mine" said proud one, losing my interest immediately and by far, my admiration.

The buildings of a city are mainly determined by historical and cultural factors; they are solutions for a natural context that man must change to make it more comfortable, more functional and integrated to its inhabitants, supplementing them with the economic, social, religious, political and environmental reality. The architecture of a city is defined over time and is an eternal exercise of trial and error for the most iconic elements to be recognized, emulated and placed as an essential part of its history.

Querétaro
The balconies, clay tile slabs, vaults, thick adobe walls and even the voussoirs have a history and a distinctive role in Mexican architecture. Although their use is not restricted to provide structural and functional solution specifically for the construction, they born to fulfill a need and no as merely accidental. The central courtyards, for example, had the function to provide natural ventilation and lighting to interior spaces, creating microclimates that were cooler from outside as there was no possibilities to ventilate outdoors because of the convent security or the lots disposal in the blocks; and aesthetically, are preferably contemplative spaces because the novohispanic architecture was preferably for living inside. If we think of the central courtyards today, do they retain the features that owe their existence?

Even with the influence of the modern movement, which destroyed many cities in the world and their architectures, in Mexico we have preserved much of the built heritage and retained many of the traditional elements of our constructions, allowing each of our cities maintained the character and feelings that make them unique and unrepeatable. But we must not forget what is happening in the rest of the world; we must recognize each type of architecture and give them the place they deserve.

The trend of "sculptural architecture" has sown controversial buildings around the world but its purpose has to do with urban attractions that allow the recovery of highly degraded areas and position the name of a city globaly and so the architect performing it. This is the case of the Guggenheim in Bilbao or the National Library of France, detonators for large urban renewals and as sculptures they have been able to fulfill their missions, even though functionally the reviews are strong. If we want to meet this architecture in Mexico, there is no doubt that Avenida Reforma in Mexico City, the business district of Santa Fe, the Libramiento Sur in Queretaro, the Via Atlixcayotl in Puebla or the Avenida Lazaro Cardenas in Monterrey are examples of the commercial, financial and industrial development, exemplified in alternative steel and glass boxes.

Do we want to Puerto Vallarta become a bad copy of the international architecture and compete against skylines as Miami or Vancouver? Do we want to see homes in Los Cabos that stand out for its classic architecture and openly reactionary to its traditions?


Save our architecture must be everyone task and especially for those space specialists which professional work should be invested in recovering our culture and our history instead of searching how to stand out from others works. We must be worry for a silent architecture, respectful of our context, aware of the great value that we are as a society and make it known to the world through soulful work and love for what is ours. We should be more concerned about returning the adobe to our buildings and not to build them as fast as we can with prefabricated polyurethane panels, we should care enough to make urban centers for humans that to do inhuman roads for private vehicles, we should emphasize more concerned for what we are and not be a cheap copy of someone else.

JPV

Una arquitectura silenciosa

Días atrás, una pareja me abordó en un bar.   Como plática de desconocidos en un momento de relajación y desestrés, nuestra actividad fue el primer tema de conversación.  Por casualidad ellos también eran arquitectos y la plática se tornó de lo trivial a lo laboral, llena del ego que caracteriza a la profesión y más aún a los recién egresados que empiezan a ver crecer sus proyectos en la ciudad.  “La única casa diferente que se ha construido en esa zona, la proyecté yo” dijo muy orgulloso uno de ellos, perdiendo inmediatamente mi interés y por mucho mi admiración.

Las construcciones de una ciudad están determinadas por factores históricos y culturales, principalmente; son soluciones a un contexto natural que el hombre debe modificar para hacerlo más confortable, más funcional y más integrado a sus habitantes, vertiendo en ellos los fenómenos sociales, políticos, económicos, religiosos y por supuesto ambientales.  El estilo arquitectónico de una ciudad se define con el paso del tiempo y es un ejercicio eterno de prueba y error para que los elementos más emblemáticos sean reconocidos, emulados e instaurados como parte esencial de las construcciones del sitio.

Querétaro
Los balcones, las losas inclinadas cubiertas de teja de barro, las bóvedas, los gruesos muros de adobe y hasta las dovelas, tienen una historia y una función en la arquitectura mexicana.  Aun cuando su uso no está restringido a dar solución estructural y funcional específicamente en una construcción, nacen para satisfacer una necesidad y no como simples casualidades.  Los patios centrales, por ejemplo, tenían la función de ventilar e iluminar de forma natural los espacios interiores, generando microclimas que fueran más frescos, ya que fuera por la seguridad conventual o por la disposición de los lotes en las manzanas, no existía la posibilidad de ventilar todos los espacios al exterior;  y en términos estéticos, eran espacios preferentemente contemplativos para la arquitectura novohispana que se vivía al interior de las construcciones.  Si pensamos en los patios centrales de hoy en día, ¿conservan las características a las que deben su existencia?

Aun con la influencia del movimiento moderno, que destruyó gran número de ciudades en el mundo y sus arquitecturas, en México hemos logrado conservar gran parte del patrimonio construido y conservado muchos de los elementos tradicionales de nuestras construcciones, permitiendo así que cada una de nuestras ciudades mantenga el carácter y sensaciones que las hace únicas e irrepetibles.  Y no por ello debemos pelearnos con lo que pasa en el resto del mundo, sólo debemos reconocer a cada tipo de arquitectura y darle el lugar que se merecen. 

La tendencia de la “arquitectura escultórica” ha sembrado controversiales edificios alrededor del mundo pero su objetivo tiene que ver con atractivos urbanos que permitan el rescate de zonas muy degradadas y logren posicionar el nombre de una ciudad en la población internacional, como del arquitecto que la realiza.  Este es el caso del Guggenheim de Bilbao o de la Biblioteca Nacional de Francia, detonadores de grandes renovaciones urbanas y que como esculturas han logrado cumplir su cometido, aun cuando en lo funcional las críticas sean fuertes.  Si en México queremos conocer este tipo de arquitectura, no queda la menor duda que la Avenida Reforma en la Ciudad de México, el distrito financiero de Santa Fé, el libramiento sur en Querétro, la vía Atlixcáyotl en Puebla o la Avenida Lázaro Cárdenas en Monterrey son ejemplos del desarrollo bursátil, financiero e industrial, ejemplificados en las más alternativas cajas de acero y cristal.

¿Queremos que Puerto Vallarta se convierta en una mala copia de la arquitectura internacional y compita contra skylines como los de Miami o Vancouver? ¿Queremos empezar a ver en Los Cabos casas que se destaquen por su arquitectura minimalista y abiertamente reaccionaria?



Conservar nuestra arquitectura es tarea de todos y principalmente de los que nos consideramos profesionistas espaciales y nuestra labor profesional deberíamos invertirla en recuperar nuestra cultura y nuestra historia en lugar de buscar cómo sobresalir del trabajo de los demás.  Debemos preocuparnos porque nuestra arquitectura sea silenciosa, respetuosa del contexto, consciente del gran valor que tenemos como sociedad y darla a conocer al mundo a través de trabajos llenos de sentimiento y amor por lo que es nuestro.  Debemos preocuparnos más por regresar el adobe a nuestras construcciones y menos por apresurarlas con paneles prefabricados de poliuretano, debemos preocuparnos más por hacer centros urbanos para el ser humano que por hacer inhumanas vialidades para el vehículo privado, debemos preocuparnos más por destacar por lo que somos y no por ser una copia barata de alguien más.

JPV

jueves, 7 de agosto de 2014

Architecture, between design and art

Since I first stepped into a classroom at the university, I was given the task of locating the architecture in some area of human endeavor, as if professional work in real life depends in its classification. Several years later, with much more experience now, I think my first decision was correct.

Each space, full or empty, has a utility... some have been restructured by humans to fulfill their missions and others remain in their natural form, because the man has not come to them yet or because it must remain in its original way. That space, that anything or everything that surrounds us, serves a particular function we have given: we dwell it daily making of our own, we live it according to an infinity of sensations and experiences, or sometimes we suffer it because we not have the option to remove them from us, as a “necessary illnesses”.

That quality without name...
A virgin beach, which by definition would only be so when we are not at it, is a space for itself and its utility may be recreational, sportive, contemplative or in its natural state, an ecosystem that must exist to achieve a wonderful cosmic harmony that even with quantum physics, we don´t understand yet.  It has no design nor art or necessarily serves the human being but it is a spectacular space, even without describing; no matter the color or texture of the sand, no matter if the water is hot or cold, no matter its vegetation is desert or tropical... we all have an image in our head just hearing its name and that image becomes a set of emotions with a particular significance for each of us.

In city, no matter which one we choose, in any concrete and asphalt slab that was planted as Jack’s magic seeds, we all have a favorite place: our house, a square, a -horrible- mall, a skyscraper that touches the clouds in every sunset. That space we inhabit, we live it, we do it ours, we transform it and it transform us, making a magical bond that defines us as "urban" beings. The space itself is designed; is the ordered combination of a number of elements that are arranged in a certain way so that we could inhabit; has a clear goal: to satisfy the need for a space where we can make, at least, one specific activity.

But not all of those designed spaces are magical. Those “necessary illnesses”, which might probably have better design alternatives, also create links with us, either repudiation or discomfort, and we suffer them but equally inhabit. Its design may be right, as a chair of fast food restaurant that we have to leave as quickly as we can to make space for the next client, or may be incorrect, as a kitchen where every time we prepare the soup we spill it on the floor. But then, the architecture is only good or bad design?

Architecture is design because it solves a need, because it is –or should be– the result of an intelligible process with consistent decisions taken in an existing reality, using spatial experience, three-dimensional skills and creativity, –or sadly in many cases, just the ability to copy and paste our own or others solutions– to make a space as comfortable as possible and develop our activities in it in the most convenient, efficient, irreproachable and sustainable way.

But architecture is much more than just design. When architects not only bring intellectual processes but feelings, we endow each space with unique and unrepeatable properties and features that take it to the sublime. That space that attracts us, that fills us with life, that has a special meaning for us, cannot just be a design: it must be art. The architecture is art by the way we express through it and how it joins the human being, by the special arrangement of elements that fills us with sensations and feelings, by having a part of the human being in each piece of it.



And the architecture can be design and art, and may be nothing as well. A space without design, loses its architecture function and therefore become sculpture no matter how many sensations it gives to us; the design solves and the art expresses, and together must be a single element that is everything for us.

JPV

Arquitectura, entre el diseño y el arte

Desde que pisé por primera vez un salón de clases en la universidad me dieron la tarea de ubicar la arquitectura dentro de algún área del quehacer humano, como si de su clasificación dependiera el trabajo de un profesional en la vida real.  Varios años después, con mucha más experiencia que entonces, creo que mi decisión primera fue la correcta.

Cada espacio, lleno o vacío, tiene una utilidad… unos han sido reprogramados por el ser humano para cumplir su cometido y otros permanecen en su forma natural o porque el hombre no ha llegado a ellos o porque así debe ser.  Ese espacio, esa nada o ese todo que nos rodea, sirve para una función determinada que le hemos dado: los habitamos diariamente haciéndolos nuestros, viviéndolos de acuerdo a un infinito de sensaciones y experiencias que nos deja cada uno o, algunas veces, sufriéndolos porque no tenemos la opción de alejarlos de nosotros, como un mal necesario.

Una playa virgen, que sólo por definición dejaría de serlo cuando la piso, es un espacio por sí solo y su utilidad puede ser recreativa, deportiva, contemplativa o en su situación natural, un ecosistema que debe existir para lograr una armonía cósmica maravillosa que ni con la física cuántica hemos logrado entender.  No tiene ni diseño ni arte ni sirve necesariamente al ser humano pero es un espacio y es espectacular, aún sin describirla; no importa el color o textura de la arena, no importa si el agua es fría o caliente, no importa si la vegetación es desértica o tropical… todos tenemos una imagen en nuestra cabeza con sólo escuchar su nombre y esa imagen se convierte en un conjunto de emociones con un significado muy particular para cada uno de nosotros.


Esa cualidad sin nombre...
En la ciudad, sin importar cual sea, en cualquier plancha de concreto y asfalto que se sembró como las semillas mágicas de Jack, todos tenemos un lugar favorito: nuestra casa, una plaza, un –horrible– centro comercial, un rascacielos que toca las nubes en cada atardecer.  Ese espacio lo habitamos, lo vivimos, lo hacemos nuestro, lo transformamos y nos transformamos con él, logrando un vínculo mágico que nos define como seres “urbanos”.  Ese espacio sí fue diseñado; es la conjunción ordenada de una serie de elementos que se dispusieron de una manera determinada para que pudiéramos habitarlo; tiene un objetivo claro: satisfacer una necesidad espacial para que podamos realizar en él al menos una actividad específica.

Pero no todos esos espacios diseñados son mágicos.  Esos males necesarios, que seguramente pudieron tener mejores alternativas, crean también vínculos con nosotros, sea de repudio o malestar, y los sufrimos pero de igual manera habitamos.  Su diseño puede ser el correcto, como una silla de restaurante de comida rápida que debemos desalojar para dar paso a un próximo cliente, o puede ser el incorrecto, como una cocina en la que cada vez que preparamos la sopa la derramamos en el piso.  ¿Pero entonces la arquitectura es sólo buen o mal diseño?

La arquitectura es diseño porque soluciona una necesidad, porque es –o debería ser– fruto de un proceso inteligible en el que se toman decisiones congruentes con una realidad existente, haciendo uso de la experiencia espacial, de las habilidades tridimensionales y de la creatividad –o tristemente en muchos casos, de la capacidad de copiar y pegar soluciones propias y ajenas– para hacer que un espacio sea lo más confortable posible y desarrollemos nuestras actividades en él de la manera más cómoda, eficiente, irreprochable y sustentable.

Pero la arquitectura es mucho más que eso. Cuando como arquitectos aportamos sentimientos y no sólo procesos intelectuales, dotamos cada espacio de propiedades y características únicas e irrepetibles que lo elevan a lo sublime.  Ese espacio que nos atrae, que nos llena de vida, que tiene un significado especial para nosotros, no puede simplemente ser un diseño, debe ser arte.  Y el arte le viene por la manera de expresarse y unirse al ser humano, por el especial acomodo de elementos que nos llena de sensaciones y sentimientos, por el tener una parte del ser humano en él.

Y la arquitectura puede ser diseño y arte, como puede ser nada.  Un espacio sin diseño pierde su función y por lo tanto deja de ser arquitectura para convertirse en escultura sin importar cuántas sensaciones nos ofrezca; el diseño soluciona y el arte expresa, para que de forma conjunta, sean un solo elemento que lo es todo.

JPV