Si tu empresa no está en
Internet, no existes. La búsqueda de cualquier
negocio ha cambiado gracias a la tecnología y ahora los medios digitales se han
posicionado por arriba de todos los medios “tradicionales”. Hoy en día, antes de contactarte, los
clientes te buscarán en la red para conocer tu trabajo a través de tu página
web, tu reputación a través de tus calificaciones y comentarios en redes sociales
y seguramente consultarán también a la competencia… todo a unos cuantos clicks
de distancia.
La manera de hacer transacciones también
ha cambiado gracias al Internet. Cada
empresa puede decidir qué tanto comprometerse con los negocios virtuales sin
embargo no es recomendable mantenerte completamente al margen de ellos. Grandes almacenes alrededor del mundo han
abierto sus ventas al público a través de sus páginas web, reduciendo gastos
operativos que les permite mantener precios de venta más atractivos que en
tiendas físicas y dando a sus clientes una opción de compra sin límite de
horario y sin salir de casa.
Las oficinas virtuales también se
han vuelto más comunes. Profesionistas y
prestadores de servicios hemos descubierto que no se requieren instalaciones
abiertas al público para funcionar, finalmente nadie va por la calle y al pasar
por un despacho de arquitectura se le antoja una casa o una remodelación como
si se tratara de comida o ropa; el trato es aún más personalizado al desplazarse
la empresa hacia su audiencia y le brinda a los clientes la posibilidad de
hacer acuerdos y cerrar contratos en ambientes en los que se sienten seguros y
en confianza.
Los requisitos fiscales no son
diferentes, este tipo de oficinas son tan serias como las oficinas de antaño y
los clientes tienen acceso a su información a través de portales gubernamentales
y asociaciones, garantizando que contraten servicios adecuados y con las
debidas credenciales. La libertad que
ofrece este tipo de establecimientos ha favorecido su explosión; tanto propietarios como trabajadores pueden
realizar sus actividades en los horarios que más les convengan sin necesidad de
pasar determinado número de horas detrás de un escritorio y no se requiere de
un ambiente específico, lo que beneficia la actitud hacia el trabajo y aumenta
la creatividad sobre todo en áreas artísticas y de diseño.
En 9 años que he trabajado como
director de mi propia firma de diseño, la mitad de ellos estuve establecido en
una oficina con la intención de dar atención al público. Durante ese tiempo, únicamente 3 clientes accedieron
a realizar reuniones en nuestras instalaciones y nunca cerramos un trato en
ellas; cumplía un horario de trabajo restrictivo y en muchas ocasiones pasaba
horas en mis redes sociales sólo por estar ahí, manteniendo un absurdo horario
de oficina que además generaba duplicidad de gastos al tener servicios de
Internet, telefonía, celular y otros tanto ahí como en casa.
A partir de 2010 decidí abrir la
oficina de manera virtual, ahora disfruto mucho más mi trabajo y me ha dado la
opción de desplazarme con mayor facilidad lo que ha aumentado considerablemente
el radio de influencia y los clientes que puedo atender. MI equipo de trabajo también es más eficiente
y al trabajar cada uno desde diferentes lugares, pueden congeniar sus
actividades personales y familiares con sus responsabilidades sin problema
alguno. Podemos tomar vacaciones sin
preocuparnos por “cerrar” un establecimiento e inclusive elegir desde dónde
trabajar de acuerdo a nuestra agenda y gustos.
¿Alguien despreciaría trabajar un día desde la playa?
A pesar de la resistencia que las
generaciones tradicionales tienen a este tipo de empresas, los grandes
corporativos han avanzado hacia el camino de la reducción de sus oficinas a
través del esquema de “home office” o trabajo virtual, en el que sus empleados
no requieren presentarse a trabajar a sus instalaciones sino que con una
computadora portátil y conexión a Internet pueden realizar sus responsabilidades
desde donde lo prefieran. Oracle,
Procter & Gamble y Unilever, son ejemplos de empresas que han establecido
este tipo de trabajo de forma exitosa, logrando que sus empleados cumplan mejor
sus obligaciones y aumenten su calidad de vida, reduciendo considerablemente
sus gastos operativos y aportando menor tráfico a las ciudades lo que se
traduce en una reducción considerable en la contaminación.
Aun cuando la intención de este
esquema es poder trabajar desde cualquier lugar, los especialistas recomiendan
habilitar en casa un área especial donde se tengan todas las herramientas y
equipo a la mano además de la tranquilidad necesaria para desempeñar nuestras
funciones. Un escritorio de dimensión
suficiente, una silla cómoda, iluminación y ventilación adecuadas y una vista
atractiva detrás de nuestra pantalla, sin duda harán la diferencia entre el
trabajo de nuestros sueños y las oficinas de terror con cubículos idénticos e
impersonalizados. ¿Habías oído de las oficinas virtuales? Déjanos tus comentarios y recuerda que nos puedes contactar en el momento que quieras empezar la tuya en casa, siempre habrá un buen pretexto para mejorar ese rincón especial.
JPV
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