jueves, 19 de febrero de 2015

Arquitectura: de la literatura al cine

La literatura es mágica; unas cuantas palabras, correctamente acomodadas, pueden transportarnos a kilómetros de distancia o plantearnos escenarios imaginarios que van de lo armonioso a lo catastrófico en sólo unos renglones de separación.  Describir con palabras un escenario para convertirse en imágenes tridimensionales, es un don que no todos poseemos pero que podemos disfrutar teniendo un libro en la mano.  No importa el género que nos atraiga, podemos disfrutar el romanticismo de Jane Austen en los campos británicos, los horrores descritos por Stephen King o Anne Rice, los apocalípticos mundos de Herbert George Wells, los lugares más mágicos e imaginarios de J.K. Rowling y por qué no, también las escenas más eróticas de Megan Maxwell o E. L. James.  Sin importar nuestros gustos y preferencias, hay un bagaje literario amplísimo en espera de ser descubierto por nuestras mentes, en donde los volvemos realidad palabra tras palabra.

Y con la explosión del séptimo arte, cada día es más común ver en una pantalla nuestros libros favoritos convertidos en realidades alternas más tangibles, plasmadas a través de la visión de un conjunto de productores, directores, escenógrafos, camarógrafos y actores que dejan a un lado nuestra imaginación para que vivamos la literatura a través de sus ojos.  Pero la literatura, por más descriptiva o explícita que pudiera parecernos, dejará siempre a sus lectores la posibilidad de imaginar de forma única, exclusiva y personal, los universos que plantea; unos zapatos negros de charol, una almidonada camisa blanca, un elegante sillón de piel o un extenso campo de colores otoñales, representan infinidad de posibilidades en nuestra mente, todas ellas correctas.  Al momento de verlas en una pantalla, podemos ver reflejados nuestros deseos, podemos considerar superada nuestra visión o también podemos ver pobres y austeras representaciones que no coinciden con los escritos originales o que se quedan cortas a nuestras posibilidades creativas.  Una misma historia, son cientos de posibles realidades de acuerdo a los ojos que la leen.

En este giro de la literatura al cine, la arquitectura juega un papel fundamental.  Los mundos épicos de Harry Potter o de El Señor de los Anillos, son espacios tridimensionales en los que participaron grandes arquitectos efímeros; construyeron física y virtualmente ciudades completas a partir de palabras y logran transportarnos a esos mundos fantásticos que poco se relacionan con los edificios que vemos diariamente o los paisajes a los que estamos acostumbrados.  Pero la arquitectura cotidiana en el cine representa un reto mayor; es más fácil para cualquier lector imaginar un objeto común con el que tiene contacto diariamente y por ello será más dura la crítica al plasmar un espacio que estaba perfectamente ilustrado en nuestra mente.

“50 sombras de Grey” ha sido uno de los libros más criticados de los últimos años; el estilo de E. L. James sin duda no fue bien recibido por los conocedores literarios – y debo coincidir con ellos en esta ocasión – pero gracias a la curiosidad de los lectores y a la publicidad que le generaron con sus comentarios, se convirtió en un Best Seller internacional.  Sin importar si nos identificamos con la historia ni nuestra atracción a este género literario tan particular, muchos leímos los libros para saber en qué consistía el fenómeno “50 sombras” y hacer una crítica válida.  Ahora, la misma historia nos llevó al cine y nuevamente la crítica internacional no se ha hecho esperar.

Como fanático del cine, la película no cumple las más mínimas expectativas.  Como arquitecto, lamento decir que aún menos, pero en gustos son rompen géneros.  Los espacios minimalistas y contemporáneos que se describen en los textos se quedan cortos en la representación cinematográfica; pisos mediocremente colocados, muebles eclécticos que no dialogan con el estilo de vida que la escritora describe, un cuarto rojo que le hace más justicia a una caballeriza de casa campo y un gran espacio para el piano con la mejor vista del skyline de Seattle que decepcionaría a cualquier magnate. 



En nuestro intento por jugar con los espacios, nos dimos a la tarea de proponer el gran salón del departamento de Christian Grey de acuerdo al texto original.  Un impecable piso de mármol negro con un elegante y simple piano con vista a la bahía logran un espacio completamente diferente.  ¿Qué opinas de nuestra propuesta? No olvides dejarnos tus comentarios, es importante para nosotros saber tu opinión y seguir ofreciéndote textos e imágenes interesantes para lograr un diálogo con nuestros lectores.

JPV

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